Martin Scorsese: 'El rey de la comedia', notable comedia negra
16 comentarios

“Mejor ser rey por una noche que pringado toda una vida”
-Ruper Pupkin (Robert De Niro)
A pesar de que ‘Toro salvaje’ (‘Raging Bull’, 1980)
no se llevó el Oscar a la mejor película en 1981 (ya hemos comentado el
disparate que supuso la entrega de los premios de aquel año), Robert De Niro se alzó con su primer, y hasta ahora único, Oscar al mejor actor principal, y el gran trabajo de montaje de Thelma Schoonmaker
se vio recompensado con el segundo Oscar para la película. Era un
momento de gran prestigio y renombre internacional para Scorsese, pues
se tenía la sensación de que había regresado con otra obra maestra en la
que lo había dado todo, como así fue. Entraba de manera inmejorable en
la nueva década, una década que iba a resultar problemática y ardua para
sus compañeros de generación y para él mismo. Mucho se ha dicho del
declive del cine en las últimas décadas. Personalmente, creo que los
años setenta fueron una década magnífica, en contraste con los pobres
años ochenta, que ahora algunos intentan reivindicar. Lo cierto es que
los fracasos de Coppola o Cimino dejaron muy poco margen de maniobra
para el cine de autor, y los estudios se reconvirtieron en cajas
registradoras, muchas veces en manos de corporaciones extranjeras. Los
proyectos se infantilizaron y el cine artesanal se volvió más mecánico y
pobre de ideas que nunca.
Con esta coyuntura tuvieron que lidiar, con mayor o menor acierto, los wonder boys (Coppola, Spielberg, Scorsese, De Palma...) de los setenta. El ambiente distaba mucho de la época de ‘Malas calles’ (‘Mean Streets’, 1973) o ‘Taxi Driver’
(id, 1976), en el sentido en que cualquier película que no llegase a
alcanzar los cien millones de dólares en taquilla empezaba a ser
considerada por las grandes productoras como un fracaso sin paliativos.
Por todo ello, y aún contando nuevamente con una estrella como Robert De
Niro en el papel principal, llevar a cabo un proyecto tan decididamente
anti-comercial y temáticamente complejo como ‘El rey de la comedia’
(‘The King of Comedy’, 1982) tiene un enorme mérito, más aún cuando
Scorsese no había conocido ningún grandioso éxito popular. Aun hoy día
se trata de uno de sus trabajos menos conocidos y menos considerados por
la cinefilia y la crítica, lo que siempre me ha parecido una terrible
injusticia, porque creo sinceramente que ‘El rey de la comedia’ es un
logro magnífico, que probablemente se encuentre entre sus filmes más
arriesgados e interesantes. Una negrísima comedia negra, cáustica,
impredecible y sin contemplaciones. Un notable filme de obligado
visionado para todos los amantes del cine más radical, y por descontado
para los millones de scorsesianos que existimos en el mundo.
Lo cierto es que el guión de Paul D. Zimmerman había caído en manos de Scorsese bastantes años antes, y lo rechazó. Después, el ínclito Michael Cimino
tuvo intención de dirigirlo, pero finalmente se desentendió también del
proyecto. Completado ‘Toro salvaje’, De Niro volvió a insistirle con el
guión, y aunque Scorsese se estaba pensando dedicarse durante un tiempo
a una serie de documentales sobre la vida de los santos, trasladándose
para ello a Italia, se lo pensó mejor y aceptó el guión. De hecho,
acababa de salir de una grave neumonía que le había postrado, de nuevo,
varias semanas en cama, pero apenas tuvo tiempo para restablecerse
porque el rodaje comenzó cuatro semanas antes de lo previsto, ya que se
anunciaba una huelga de realizadores en Hollywood y temían que eso lo
paralizara todo. Después de varias opciones, llegaron a la conclusión de
que el actor y showman ideal para interpretar a Jerry Langford era Jerry Lewis, que por entonces contaba con cincuenta y cinco años y que habría de encarnar lo opuesto a lo que él mismo representaba.

Quiero triunfar
Esta especie de reverso oscuro y satírico de ‘Eva al desnudo’
(‘All About Eve’, Joseph L. Mankiewicz, 1950), es muy posible que sea
una de las comedias preferidas de los Coen, aunque por supuesto no puedo
verificarlo. Y es posible porque pocas veces nos han contado una
historia de imbéciles, y de bochornosas barrabasadas, tan moralmente
resbaladiza y visualmente ingeniosa como esta. Un prodigioso Robert De
Niro, en una de sus más brillantes y olvidadas interpretaciones, da vida
a Rupert Pupkin, aspirante a cómico capaz de cualquier cosa para que le
den una oportunidad. Su ídolo, por supuesto, es Jerry Langford, el
presentador de un famoso show televisivo en el cual Pupkin estaría más
que encantado de demostrar sus (cuestionables) dotes cómicas.
En su carácter obsesivo y en sus egoístas impulsos radica gran parte
del ideario que ha convertido a los personajes scorsesianos en algo tan
identificable. Pupkin es un ser patético cuya miserable vida le lleva a
imaginar un mundo que no es real, y en virtud del cual hará lo
impensable para que sus sueños se conviertan en realidad.
En la búsqueda de la confirmación de una verdad alternativa por
parte de Pupkin, Scorsese indaga además en algunos de los fantasmas de
la América actual y en muchos de los defectos de la cultura de masas,
sobre todo la televisiva. Y lo hace con singular lucidez. En España
tenemos ejemplos de sobra: personajes grotescos que se hacen famosos de
la noche a la mañana y cuya mayor virtud consiste en ser despreciables,
vulgares, sin el menor talento artístico y ávidos de esa tenebrosa
felicidad que debe otorgar la idolatría basada en la ignorancia, en el
aburrimiento, en la estulticia. En el momento de su estreno, no fueron
pocas las voces críticas, sobre todo en norteamérica, que expresaron su
desagrado o su incomprensión del espejo que proponía ‘El rey de la
comedia’. Ahora dudo mucho que esos críticos no sean capaces de
constatar la feroz y despiadada metáfora de un mundo en el que triunfan
los idiotas, en el que las tragedias íntimas son tomadas a broma,
en el que hacer público las miserias cotidianas es motivo de
celebración y de chanza. Scorsese no muestra compasión, ni por unos
showman capaces de vender su alma al diablo, ni por un público ávido de
sensaciones fuertes, ni por una sociedad que primero te alaba para luego
echársete al cuello.
Suele considerarse la puesta en escena de este trabajo como una de
las más ortodoxas y convencionales de su director, en aras de una mayor
penetración psicológica de los diversos idiotas rematados que trufan la
historia. Pero no puedo estar de acuerdo con esta idea. Aunque en
apariencia la planificación, el marcaje de los actores y el uso de la
cámara pueden ser calificados de clásicos, se esconde en cada plano, en
cada gesto de los personajes, en cada línea de diálogo, muchas y muy
potentes cargas de profundidad que erosionan el tejido supuestamente
clásico de la narración. No lo vemos, pero sentimos que esta historia no
podía haberse contado antes así. Hasta un convencional
plano-contraplano está dotado de algún detalle extraño, tenso o decididamente gamberro.
Es impresionante la cantidad de ideas ingeniosas que podemos rastrear
con un poco de atención. Es cierto que la cámara es más invisible que en
otros títulos de su autor, pero secuencias como las de las fantasías de
un chalado Pupkin están resueltas con una ambiguedad en el montaje y en
la mera representación visual, que no dejan lugar a dudas de la
sutileza y la brillantez de la propuesta.

Conclusiones
Una verdadera rareza en la filmografía scorsesiana, que quizá
merecería una correcta y apropiada revisión por parte de los cinéfilos.
Estoy seguro de que la merece. No suele recordarse a este papel como uno
de los mejores de De Niro, pero sin duda lo es. Junto a Jerry Lewis,
que está sensacional y muy sobrio, crea un dúo que seduce y atrapa al
espectador, a poco que este comprenda que no se encuentra en los
terrenos de una comedia al uso. Negrísima y muy psicológica, el terreno
para ‘Jo, qué noche’ (‘After Hours’, 1985), ya estaba abonado.
5 comentarios:
Creo que ambos ensayos con muy acertados y coincido mucho con ellos, pienso que de verdad es un trabajo fuera de serie para un director como Martin Scorsese además de ser para mí una de las mejores actuaciones de Robert De Niro sino de todo el elenco, creo que es un film complejo y sin duda como dicen ambos ensayos, difícil de entender y de alguna manera hasta dificil de digerir por lo que muestra acerca del fanatismo y de lo lejos que algunos individuos pueden llegar a sentir por una figura iconica y convertirla en un Dios para ellos, y lo lejos que algún puede llegar para realizar su sueño de toda la vida, llena de momentos disparatados y completamente balanceados yo estoy en completo desacuerdo con lo Martin Scorcese dijo un día: "Nunca debí haber hecho la película" no podría estar en mayor desacuerdo con él, es una de las raras joyas en su filmografía, y una que muestra uno de los fenómenos más grandes no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo.
ResponderEliminarBien!!!
EliminarEn mi opinión personal, creo es una de las pocas películas de Scorsese que no son reconocidas o valoradas en su fimografía y que tienen un alto nivel de contenido que se disfruta al máximo. Solo el hecho de involucrar a un actor de alto renombre (Robert De Niro), y un astro de la comedia (Jerry Lewis), te da mucho de que hablar, en primera por la historia que nos cuenta que es de por si ya interesante desde un principio, y por la crítica social que hace al final de ella, sobre el control y manipulación de los medios de comunicación, además de todo el supuesto fanatismo hacia las celebridades.
ResponderEliminarCreo que para muchos puede ser una historia simple, de una crítica a la vida norteamericana de los años setenta en dónde lo que se juzga es lo fácil que se puede llegar a dónde quieres y no, esto por medio del humor negro con el que es llevada ésta historia.
ResponderEliminarPero si la vemos más a fondo podríamos encontrar cosas muy interesantes. Estoy muy sorprendida con la actuación y el desarrollo de la historia. Podría ser predecible el final, sin embargo lo dejan abierto y uno como espectador decide lo que mejor nos parezca.
Bien!
ResponderEliminar